la realidad presente
nosotros que sabemos la muerte del fuego
los nombres limitados por el recuerdo
cuando la realidad se asombra en las fronteras de lo imaginado
nosotros que inventamos posibles verdades en la confrontación diaria
nosotros los acumuladores de tristezas y desperdicios
en el rincón izquierdo de nuestra vida sin márgenes
los que en el silencio de la noche vacía
buscamos la mentira plausible de la mañana próxima
para evitar el ruido de cadenas de las horas
nosotros de cerebros ahuecados
por donde afloran las raíces profundas del olvido
los que construimos el miedo sobre mitos antiguos
y edificamos la duda sobre cuestiones resueltas hace tiempo
creemos en la absoluta integridad del aire
cuando vuelve la vida a su hondo enigma horizontal
nosotros los de extrañas metamorfosis permanentes
en los confines de la palabra elaborada sin pausa
permaneceremos con un gesto de escepticismo
agotados por la búsqueda en vano del sentido real de las cosas
nosotros viajeros decepcionados.
paso a nivel
con las manos repletas de cenizas la muchacha aguardaba la señal
la tarde desplegaba a esa hora fuegos de artificio
a lo lejos niños que cantaban rondas ingenuas
el adiós en el viento la irrealidad en su boca una fantasía barata en sus cabellos
es extraño presentir el inicio de la muerte
la noche antes del comienzo de la liberación final
es un día con los pies hacia arriba
y el recuerdo del mar que alguna vez vio
tiene flores deshojadas en la superficie de ondas perfectas
el cielo absorbe una humareda espesa el rojo de la alarma se agita
alguien cierra una ventana para evitar la noche sobre los tejados plomizos
los niños siempre van adelante
los viejos asumen el miedo de la realidad que huye y no comprenden
un gato contempla desde el bostezo semicircular del puente
en ningún lado estaba escrito que así tenía que ser
el momento fue escogido a voluntad
lo que no se explica es el hormiguero de cabezas
insignificancias reducidas a vista de pájaro
lo que no se concibe es el parloteo inútil las falsas exclamaciones de rigor
la mentira de sentimientos inventados expande sus tentáculos
sobre rostros de indiferencia sin máscaras
la muchacha no sabía nada de esto
pero ya había llenado el reloj de sus posibilidades
nació hacia su libertad cuando quiso
la muchedumbre que se alborota alrededor de su no presencia
aún necesita aprender de las voces interiores
el adiós en el viento la irrealidad en su boca una fantasía barata en sus cabellos
la nada total detrás de la vida
ella lo sabía
la libertad plena permanencia intangible.
zapatos iluminados
mis zapatos de suelas de movimiento de astros y voz agria
mis zapatos donde los días inventaron caminos y diálogos rechinantes
mis zapatos de nacimiento ordenado y de vidriera céntrica
mis zapatos con destino de hombre y filosofía callejera
mis zapatos de auroras repetidas y de alegría nueva
de casa ordenada y de identificación con barro y piedras
de conocimiento de inservibles papeles
que son como una ropa interior de diarios
mis zapatos donde el tiempo se apoyó en sus costados
para que una tarde de lluvia me llorara de abajo
mis zapatos de bocas hambrientas y de humedad nocturna
mis zapatos heridos de luna en un azul tiempo
de determinación lograda y desprecio instantáneo
mis zapatos de realidad diaria y de madrugada invernal
mis zapatos de muerte previsible y de abandono en un baldío
mis zapatos de esperas y desilusiones para que pueda saberme posible.
perdido encuentro
andenes sin despedidas semáforos inmóviles silencio
el cielo extiende un panorama de luces demasiado vivas
esta cotidiana escenografía de hallazgo posible a altas horas nocturnas
puede hacer que uno llegue a identificarse con el abandono
todavía más desgarrador encontrarse al descuido con una mujer
de pupilas cargadas de pasado
que lleva en su boca en sus cabellos
un espeso vaho de múltiples alientos de hombres anónimos
todo se enmarca dentro de la somnolencia de un guardabarreras
que hamaca de espaldas al indicador de salida una luz roja de peligro
las lámparas eléctricas luciérnagas tísicas
desprenden reflejos marchitos de amarillo viejo
sobre paredes mal vestidas de afiches multicolores
el momento para el encuentro definitivo
quizás esté esperando que uno toque con dedos sin temblor de papel usado
el brazo de esa mujer que de tan frágil quebró sus esperanzas antes que otras
y escupió decidida el rostro multifacético de lo convencional
el arrepentimiento nace después del hecho consumado
y es lo más terrible
pero la indecisión es fruto fuera de sazón
una sola mirada apenas calculada
hubiera bastado para recorrer todas las formas de velada desnudez
una palabra mínima la habría reclinado sobre nuestros hombros
y ahora no pisaríamos el crucigrama de algunas veredas
pateando la diaria soledad hacia los cordones
como un paquete de cigarrillos ajado y vacío
se habría evitado la noche agobiante
que prende sobre los árboles de gastado ropaje el anuncio del día
el corazón tendría una húmeda tibieza momentánea
una noche perdida
la mujer quedó sola dormitando en un banco de plaza
mientras el viento frío comenzaba a envolver su cuerpo lleno de abrazos invisibles.
zona nocturna
a Ernesto De Mattía
la noche hunde sus manos en el riachuelo sucio
sin contacto de algas frágiles afloran desde lo profundo
lastimando ondas fugitivas
la razón de la verdad de las horas
suspendida en las esferas gotea puntos suspensivos
el hombre grita su soledad
los ojos sin ver la boca deshabitada de palabras
las hojas hexágonos descoloridos
danzan espirales arremolinadas sobre el ajedrezado de las veredas
para la anciana que cobijan portones abandonados
el hombre agotado los hombros vencidos
las azoteas agobiadas de banderas blancas y húmedas
con las estrellas sus ojos enrojecen
y el cielo azul desteñido zumbando su oscuridad junto a sus oídos insensibles
las prostitutas compran el pan a precio exorbitante
sus miradas monótonas sus corazones escasos de monedas
la vida al revés noche vacía
enumeración de lechos tibios
calles sin luz en las esquinas
paredes húmedas de fábricas donde las máquinas laceran la carne
el hombre solo a perpetuidad con su destino triangular
volcado en aguas espesas junto a estrellas ahogadas en un fondo
negruzco de petróleo y maderos
inmarcesiblemente puras
la aurora con su clarín de asombro
sol grito redondo.
nosotros que sabemos la muerte del fuego
los nombres limitados por el recuerdo
cuando la realidad se asombra en las fronteras de lo imaginado
nosotros que inventamos posibles verdades en la confrontación diaria
nosotros los acumuladores de tristezas y desperdicios
en el rincón izquierdo de nuestra vida sin márgenes
los que en el silencio de la noche vacía
buscamos la mentira plausible de la mañana próxima
para evitar el ruido de cadenas de las horas
nosotros de cerebros ahuecados
por donde afloran las raíces profundas del olvido
los que construimos el miedo sobre mitos antiguos
y edificamos la duda sobre cuestiones resueltas hace tiempo
creemos en la absoluta integridad del aire
cuando vuelve la vida a su hondo enigma horizontal
nosotros los de extrañas metamorfosis permanentes
en los confines de la palabra elaborada sin pausa
permaneceremos con un gesto de escepticismo
agotados por la búsqueda en vano del sentido real de las cosas
nosotros viajeros decepcionados.
paso a nivel
con las manos repletas de cenizas la muchacha aguardaba la señal
la tarde desplegaba a esa hora fuegos de artificio
a lo lejos niños que cantaban rondas ingenuas
el adiós en el viento la irrealidad en su boca una fantasía barata en sus cabellos
es extraño presentir el inicio de la muerte
la noche antes del comienzo de la liberación final
es un día con los pies hacia arriba
y el recuerdo del mar que alguna vez vio
tiene flores deshojadas en la superficie de ondas perfectas
el cielo absorbe una humareda espesa el rojo de la alarma se agita
alguien cierra una ventana para evitar la noche sobre los tejados plomizos
los niños siempre van adelante
los viejos asumen el miedo de la realidad que huye y no comprenden
un gato contempla desde el bostezo semicircular del puente
en ningún lado estaba escrito que así tenía que ser
el momento fue escogido a voluntad
lo que no se explica es el hormiguero de cabezas
insignificancias reducidas a vista de pájaro
lo que no se concibe es el parloteo inútil las falsas exclamaciones de rigor
la mentira de sentimientos inventados expande sus tentáculos
sobre rostros de indiferencia sin máscaras
la muchacha no sabía nada de esto
pero ya había llenado el reloj de sus posibilidades
nació hacia su libertad cuando quiso
la muchedumbre que se alborota alrededor de su no presencia
aún necesita aprender de las voces interiores
el adiós en el viento la irrealidad en su boca una fantasía barata en sus cabellos
la nada total detrás de la vida
ella lo sabía
la libertad plena permanencia intangible.
zapatos iluminados
mis zapatos de suelas de movimiento de astros y voz agria
mis zapatos donde los días inventaron caminos y diálogos rechinantes
mis zapatos de nacimiento ordenado y de vidriera céntrica
mis zapatos con destino de hombre y filosofía callejera
mis zapatos de auroras repetidas y de alegría nueva
de casa ordenada y de identificación con barro y piedras
de conocimiento de inservibles papeles
que son como una ropa interior de diarios
mis zapatos donde el tiempo se apoyó en sus costados
para que una tarde de lluvia me llorara de abajo
mis zapatos de bocas hambrientas y de humedad nocturna
mis zapatos heridos de luna en un azul tiempo
de determinación lograda y desprecio instantáneo
mis zapatos de realidad diaria y de madrugada invernal
mis zapatos de muerte previsible y de abandono en un baldío
mis zapatos de esperas y desilusiones para que pueda saberme posible.
perdido encuentro
andenes sin despedidas semáforos inmóviles silencio
el cielo extiende un panorama de luces demasiado vivas
esta cotidiana escenografía de hallazgo posible a altas horas nocturnas
puede hacer que uno llegue a identificarse con el abandono
todavía más desgarrador encontrarse al descuido con una mujer
de pupilas cargadas de pasado
que lleva en su boca en sus cabellos
un espeso vaho de múltiples alientos de hombres anónimos
todo se enmarca dentro de la somnolencia de un guardabarreras
que hamaca de espaldas al indicador de salida una luz roja de peligro
las lámparas eléctricas luciérnagas tísicas
desprenden reflejos marchitos de amarillo viejo
sobre paredes mal vestidas de afiches multicolores
el momento para el encuentro definitivo
quizás esté esperando que uno toque con dedos sin temblor de papel usado
el brazo de esa mujer que de tan frágil quebró sus esperanzas antes que otras
y escupió decidida el rostro multifacético de lo convencional
el arrepentimiento nace después del hecho consumado
y es lo más terrible
pero la indecisión es fruto fuera de sazón
una sola mirada apenas calculada
hubiera bastado para recorrer todas las formas de velada desnudez
una palabra mínima la habría reclinado sobre nuestros hombros
y ahora no pisaríamos el crucigrama de algunas veredas
pateando la diaria soledad hacia los cordones
como un paquete de cigarrillos ajado y vacío
se habría evitado la noche agobiante
que prende sobre los árboles de gastado ropaje el anuncio del día
el corazón tendría una húmeda tibieza momentánea
una noche perdida
la mujer quedó sola dormitando en un banco de plaza
mientras el viento frío comenzaba a envolver su cuerpo lleno de abrazos invisibles.
zona nocturna
a Ernesto De Mattía
la noche hunde sus manos en el riachuelo sucio
sin contacto de algas frágiles afloran desde lo profundo
lastimando ondas fugitivas
la razón de la verdad de las horas
suspendida en las esferas gotea puntos suspensivos
el hombre grita su soledad
los ojos sin ver la boca deshabitada de palabras
las hojas hexágonos descoloridos
danzan espirales arremolinadas sobre el ajedrezado de las veredas
para la anciana que cobijan portones abandonados
el hombre agotado los hombros vencidos
las azoteas agobiadas de banderas blancas y húmedas
con las estrellas sus ojos enrojecen
y el cielo azul desteñido zumbando su oscuridad junto a sus oídos insensibles
las prostitutas compran el pan a precio exorbitante
sus miradas monótonas sus corazones escasos de monedas
la vida al revés noche vacía
enumeración de lechos tibios
calles sin luz en las esquinas
paredes húmedas de fábricas donde las máquinas laceran la carne
el hombre solo a perpetuidad con su destino triangular
volcado en aguas espesas junto a estrellas ahogadas en un fondo
negruzco de petróleo y maderos
inmarcesiblemente puras
la aurora con su clarín de asombro
sol grito redondo.
una noche colmada de heridas
la noche con su remordimiento azul
y sucias nubes recortadas a tijeretazos
vuelca sobre los monumentos de las plazas alfanjes de luz
en los rincones de las calles
donde el pan se muerde con lástima
el llanto del crudo dolor que los hombres no legitiman
se hiere entre las ramas de los árboles
donde vientos de invierno inventan miedos
a la vieja le duelen las manos de barro
al pasar adivino una flor en su boca.
cuerpos correspondidos
cuerpos correspondidos tiempos correspondidos
donde aflora la melodía milenaria
en un ritmo de amor de interminables sueños
eterno y repetido movimiento nacido en los días
cuando el hombre era permanencia absoluta
cuerpos correspondidos
volitar en las entrañas con sed de tierra humedecida
poder azul de los ojos amantes.
calle de barrio con estatua y noche de verano
la luz cae amarilla sobre su cabeza verde
un perro dejó en el basamento de granito un mapa sin bandera
la noche nueva contagiada de enero
derramada sobre el rectángulo sucio del refugio
sueña bajo los bancos de patas amuradas sus lentas eclosiones
siempre hay quince años para contar estrellas
todavía con la verdad entre paréntesis del abandono
todavía con la esperanza edificada de continuo sobre las misma cosas repetidas
los cordones su muerte de contorno
el tacho viejo el cajón de manzanas sin manzanas
sus escasos desperdicios como el cuerno de la no abundancia
es innecesario repetirse en la tristeza
las criaturas de mirada de sentido único
marean sus parejos sueños sobre caballos a lunares
elefantes a rayas trasversales cisnes sin lago
de la calesita con equino de ojos vendados
la pequeña casa gris de húmedas paredes combadas
tiene abierta su puerta de madera apolillada y mano de llamador
para que las glicinas no se enturbien
para que el tango de perfil que escapa de la ventana sin luz
se enrosque entre las piernas de la muchacha callejera
que quedó esperando con un gesto curvado de luna
al llegar a las avenidas subrayadas de vías
se ignora el dolor vivo de los que sueñan
las horas sobre los días corren a velocidades insensatas
poco importa
mañana ha de ser todo el mismo engaño de hoy
a qué repetirse la soledad
el corazón de estopa empapado de lágrimas.
panorama urbano en febrero con muchacha que espera inútilmente
noche sofocante noche de palpitaciones violentas
nocturna hora herida de verano
en la que alguien cualquiera rompe fotografías anuda soledades
ella su tiempo detenido el ardor violeta de sus pupilas
sus pálidas manos de pulsaciones febriles
junto a mis pies rozándolos la sombra prolongada de su cuerpo inquieto
un viento leve y pegajoso adhiere a las vidrieras alas fragmentadas perfume de
mariposas amarillas
aguardar dolido de incertidumbre
quizás el niño que abandonó el triciclo junto a un árbol quiere ver un descarrilamiento
de tranvías
tal vez el viejo que ya no confía en su bastón vegetal haya citado a la muerte en
un banco de plaza
las baldosas despiden una extraña tibieza
aire monótono aire gelatinoso
a la muchacha la espera se le hace incomprensible
cuando se pregunte dónde ir la bocacalle le parecerá una alucinación inesperada
entonces se sorprenderá al darse cuenta que está muerta
la noche agita sus cabellos lacios
tristeza dolor azul.
Vanda
Vanda tenía los ojos negros, y dentro una
punta áurea; sus cabellos eran rubios...
Vasco Pratolini
los vértices de una estrella geométrica le enredaban el alma
el dolor letal de su raza encerrado en dos triángulos celestes
desprendíase desde el fondo de la noche italiana
ella sentía arder en sus raíces el judaísmo perseguido
esa primavera abandonada de espaldas a su juventud
mientras el Arno movía aguas indiferentes
recortaba su sombra de contornos brillantes
contra el húmedo pretil del puente
la evasión le rozaba los sentidos
y una pregunta sin respuesta moría en sus labios
finas antenas sensitivas
la obsesión del porqué vertical
y ese rumor ajado y seco de la palabra dios
el amor simple como el aire
vertía en sus pupilas ondas de un mar imaginado
y el viaje deseado en trenes que desconocía
siempre algo quedaba sin responder en medio de la vida
como si no encontraran el laberinto de sus oídos
pero ya la tarde había volcado en su cabellera mecida por el viento
un perdurable perfume de exaltaciones
el río desbordó sus aguas sucias una noche de presagio y de gritos
después todo volvió a su matemática realidad como siempre
en el estuario un cuerpo de marfil y oro
bogaba sin rumbo preciso hamacando la muerte
mientras los sueños corrían descalzos por los arrabales
la vida de Vanda había sobrepasado el tiempo
sus cuatro trapecios azules.
a Van Gogh
tu nombre áspero y tu oreja holandesa muerta en Arlés
demasiado viva y demasiado muerta
tan impregnada de tu vida amarilla
tu locura intrínseca revelada en el girar redondo de los astros
tu amplio sombrero de paja deshilachado con cuatro velas de estearina sobre su ala
iluminando tu noche sola hipersensible y fantástica
tus botines desamparados sangrados de inviernos que perduraron a la tragedia
y tu única realidad
quizá fue alegría sólo ese florecer del duraznero
en una tarde sin lastimaduras en sus espejos
el ritmo impreciso de los cuervos
revoloteando sobre las agujas de los trigales maduros
o el sol con sus serpentinas doradas
envolviendo de asombro tu pincel brusco
cuando tus manos de venas dilatadas aun no habían asido el revólver de un solo disparo
la sed de inmensidad saciaba tu vacío por tus ojos desorbitados
y el llamado vivo de los colores fue un grito desde las sombras golpeándote las lágrimas
perforando las paredes rojas de tu destino.
lluvia
la lluvia viene por el tiempo con destino mojado a inventar ríos sobre las paredes
a dibujar sobre los vidrios la evasión pretendida
se contorsiona en el aire como una pajarita de papel incolora desarticulada
que alguien soplara desde abajo
la lluvia es como el sueño
tiene contornos infinitos es angosta y silencio
recuerdo vivo vértice de hoja seca y lo que menos duele del otoño
la lluvia entrecerrado ojos muchacha nacida para el libro de versos
la lluvia con su dolor de siglos donde el hombre recuesta su monotonía
la lluvia que se extiende sobre el asfalto multiplicando ciudades invertidas
con su algo de mujer su promesa
con su destierro de perfil
su arquitectura de lágrimas y angustia
su sueño sin edad de piedra y trino
con su primer vuelo su primer parpadeo su soledad de nada
sus ojos afiebrados de adolescente sin respuesta
con sus bordes de quietud verdosa donde los días humedecen sus agujas
y sus primeros movimientos de aire
lluvia
lugar donde nos quedamos frente a una ventana mientras un espejo nos fotografía de espaldas.
___________